EL virus del ébola es un
acojonado. Que sí, que será muy peligroso en su país, un puto chulo con
los más débiles, pero, a la hora de la verdad, cuando se encuentra con
alguien que le planta cara se disfraza de malaria y se esfuma como un
cobarde. Acabamos de comprobarlo esta semana. El bicharraco se le pegó a
un vizcaino que trabajaba en Sierra Leona sin tener en cuenta que el
sujeto volvería a Bilbao para la Semana Grande que, como su propio
nombre indica, dura nueve días. Y para colmo, cuando empezó a tener
fiebre, ingresó en el hospital de Basurto, casualidad, el único del
Estado que pertenece a la Red de Bioseguridad de la Unión Europea. Como
es lógico, mientras le trataban, pidió un par de kalimotxos, el único
líquido sobre la tierra capaz de disolver cualquier tipo de vida sin
dejar rastro. En un par de días había mejorado y, salvo que el PP
descubra que el virus es ETA, el cuento de la epidemia se acabó. Queda
demostrado que Bilbao no es país para ébolas, y si alguien tiene que
vacunarse aquí es esa lombriz infecta que hace estragos en zonas sin
sistema sanitario. Para colmo de su desgracia, el único método de
contagio que posee es el intercambio de fluidos y, por ahora, no es una
actividad que esté especialmente en auge por esta zona. Quienes ya se
habían comprado un traje de astronauta y vallado su finca con alambre de
espino, que sepan que la alarma ha pasado. Actualmente, el único virus
que asola Bizkaia se llama cogorza y no es contagioso.
LOS trileros se han ido sin
despedirse. No recuerdo bien cuándo los vi actuar por última vez, pero
fue hace bastantes años. Solían situarse en una calle concurrida con su
mesita de madera y su labia desbocada. Al poco de instalarse, ya habían
desplumado a un par de ingenuos con la ayuda de su equipo, por lo común,
compuesto por un gancho que cebaba a la víctima hasta que picaba el
anzuelo y otro en la distancia atento a cualquier eventualidad que
pudiera distorsionar la marcha del negocio, fundamentalmente, algún
policía municipal. Había que ser muy avispado y eficiente para
conseguir, solo con tres vasitos de plástico y una pelotilla de
gomaespuma, mantener a su familia, pagar las nóminas de los dos
colaboradores y, de paso, dar espectáculo callejero mientras hacía fluir
los capitales de un bolsillo a otro. Bien mirado, un trilero sería
considerado hoy una startup. Una de esas empresas punteras que
con una gran economía de medios son capaces de generar beneficios
rápidamente. Incluso, si se asesoraran bien, hasta podrían conseguir
algún tipo de subvención, desgravación fiscal o la K de Kalitatea. Hay
quien dice que los trileros desaparecieron empujados por los bingos, las
teletiendas y las tragaperras, más rápidas y eficientes en el pillaje
en detrimento del trato personal. Aunque yo creo que si no los vemos en
la calle es porque están en el Gobierno. Central, por supuesto.
Nicolas Deveaux es un genio de la publicidad y de la creatividad. Este campaña la realizó para el canal francés France3. Con unos cuantos spots de tan sólo unos segundos nos deja deslumbrados.Cada spot muestra a un animal diferente realizando alguna actividad deportiva típicamente veraniega. Una tortuga haciendo skate, elefantes paracaidistas, avestruces montaña rusa, etc. Una joya.
Para domar a un animal, especialmente al caballo, no hacen falta bridas y látigos. Basta con acariciarlo, susurrarle en la oreja y abrazarlo si es necesario. La doma india ha conseguido unos resultados increíbles basándose en la comunicación de gestos y el cariño hacia el animal. Hay que verlo para creerlo. ¿Funcionará con los hijos?
SI se ha levantado esta mañana y todos
los miembros de su familia siguen vivos, las casas en las que habitan
están en pie y ha podido calentar el café porque el agua y la
electricidad llegan a su domicilio con normalidad puede sentirse
afortunado. Si viviera en Gaza, a estas alturas su hijo de siete años
sería un veterano de guerra, un superviviente nato. En esa franja
codiciada por Israel, a su corta edad habría soportado tres ofensivas
militares. En la de 2008-2009, denominada Plomo fundido, murieron, según datos de Unicef, 350 menores de edad. En la presente, Margen protector,
superan ya los 400 y 2.500 heridos, muchos de ellos con terribles
amputaciones. El balance de daños físicos pone de por sí los pelos de
punta, pero no olvidemos el daño psicológico. Unicef considera que
373.000 necesitarán ayuda de terapeutas para superar la muerte ante sus
ojos de sus padres, hermanos y abuelos, la desaparición de sus amigos y
vecinos, la destrucción de sus viviendas, de sus escuelas, de los
hospitales... En Euskadi sabemos mucho sobre el odio que se hereda tras
la muerte violenta de un ser querido. Estremece pensar qué puede ocurrir
si toda una generación que ha crecido entre metralla, sangre y
hormigón, sin opciones vitales y nada que perder, decide empuñar las
armas. El portavoz de la Agencia para los refugiados palestinos de la
ONU se echó a llorar en directo mientras le entrevistaban en televisión:
presentía el futuro.