lunes, 12 de diciembre de 2016

El perfume de Cagoulinah


LA primera vez lo intenté en plan improvisación y me salió una especie de carraspeo gutural con acento gangoso. Cuando la dependienta se disculpó por no haberme entendido le contesté que solo quería champú para el pelo. Días después grabé con el móvil el anuncio de televisión para visionarlo una y otra vez hasta que la pronunciación fuera correcta. Carolina Herrera, Carorina Guerrera, Cagoguina Yerera, Cagoulinah Yererai. Y así, hasta que llegué a un nivel de perfección del que me sentí orgulloso. 
Volví a la perfumería, hice varias inspiraciones profundas para templar la faringe y, con la última, dejé salir el aire moderadamente pronunciando, en el tono, altura y timbre precisos, el nombre del perfume que deseaba comprar: Cogoulinah Yererai, por favor. ¿Cómo dice?, preguntó la dependienta con un dulce tono sudamericano. Se lo repetí varias veces, pero no hubo forma de entenderse. Le describí el anuncio, algo muy difícil de hacer, ya que la publicidad destinada a productos olfativos es más enrevesada que el cine de Fassbinder, pero me confesó que ella solo veía series y películas en Netflix. Tras lo cual, solo me quedaba la opción de emergencia: ¿Tiene alguna esencia para una mujer de mediana edad que usted y yo podamos pronunciar con normalidad? Enseguida llegamos a una solución de consenso. Salí encantado del establecimiento con mi frasco de Heno de Pravia y con la esperanza de que el día que se lo regale no me lo tire a la cabeza.
Josetxu Rodríguez 
@caducahoy

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