viernes, 10 de febrero de 2017

Explosión en una central nuclear francesa: tranquilos, la culpa la tuvo el queso




TIENE bemoles lo mal pensada que es la gente. Se enteran de la explosión en la sala de máquinas de una central nuclear en Francia y se lanzan cuerpo a tierra en El Arenal mientras se encasquetan la txapela hasta la boca. Por eso, cuando se produce este tipo de hechos sin importancia, lo mejor es informar. Y cuanto más, mejor. El incidente se debió a la explosión de la tartera de un operario amante del Époisses de Borgogne, uno de los quesos franceses más pestilentes. Llevaba tres días en el recipiente y con el calor y la fermentación comenzó a liberar electrones. Bueno, en realidad, salieron huyendo, lo que provocó un inicio de fusión termonuclear láctea de pequeño formato. Una especie de bomba atómica minimalista, vamos. Se registraron cinco heridos, pero no por la explosión, sino por el olor. Tanto es así que los franceses están estudiando si este queso podría reemplazar al uranio en el futuro. 
En su línea, el Consejo de Seguridad Nuclear español ha querido recordar que tanto nuestras centrales nucleares como las lecheras juegan en la Champions de la Liga Atómica, y que los accidentes, además de ser imposibles, son poco probables. De hecho, si ocurren, que ocurrirán, será debido a la mala suerte. Por eso llaman a la tranquilidad, ya que la contaminación radioactiva no dura cientos de miles de años como se pensaba, sino solo decenas de miles, lo que muestra un horizonte mucho más esperanzador. Además, aquí no desayunamos queso, sino torreznos. Y eso su pone un menor riesgo
Josetxu Rodríguez 
@caducahoy

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