viernes, 24 de noviembre de 2017

Maldito viernes negro



 Cumbre secreta en Mungia entre Olentzero y Papa Noel para encarar la crisis que se les avecina.

Estoy deseando que llegue el plácido domingo porque estoy del viernes negro hasta el jueves santo. Y, además, no quiero que me dé un martes 13 porque puedo montar un miércoles de ceniza con el Kalashnikov que compré en el último lunes para celebrar el sábado sabadete. 
Lo digo porque estoy perdiendo los nervios y empiezo a sospechar que los hackers rusos, ahora que han acabado con Catalunya, quieren destrozar nuestro equilibrio presupuestario, bendecido en el Congreso con gran algarabía, con un colapso provocado por el consumo abusivo de compras absurdas y no biodegradables. 
Aún no he terminado de revender las del año pasado y ya me agobian por tierra, mar y aire con nuevas ofertas difíciles de rechazar. A este paso, en un par de años tendré que organizar una feria del desembalaje en el BEC. Sobre todo, para perder de vista esa pulsera que me abronca continuamente porque no cumplo con los mil pasos diarios (se la he tenido que meter en el bolsillo al cartero para que la desfogue, maldita sea). Para el reloj abisal que pitaba porque no lo sumergía a más de cien metros he encontrado solución: lo tiene uno de Ondarroa que lo usa como señuelo para pescar atún. Un favor que me hace. 
Y no se rían, que lo del Black friday es de preocupar. Hasta Olentzero y Santa Claus se han reunido en Mungia para ver cómo afrontan la crisis que se les avecina. Ante la falta de demanda, les veo en el mercadillo de Otxarkoaga vendiendo su stock para poder comer. Ya lo verán.
@caducahoy

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