sábado, 16 de julio de 2011

Vuelve la tartera



HA vuelto la tartera. Más sofisticada, eso sí, pero tartera al fin y al cabo. La tartera es un símbolo, como la hoz y el martillo, el yugo y las flechas o el orinal y el seiscientos. Y con ella vuelve un modo de vida que creíamos superado, con apuros para llegar a fin de mes, jornadas interminables y "lo que usted diga, señor Agirre". Cuando la tartera entra por la puerta, el estado del bienestar sale por la ventana. Se acabó la comida reposada, la siesta y la conciliación familiar. Ahora somos europeos en crisis y, mientras los brokers de la city londinense abren sus tarteras con forma de maletín para extraer un triste sandwich de chopped pork y luego se vuelven a cazar dragones asiáticos, nosotros las llenamos de filetes empanados y pimientos verdes, dando a nuestros centros de trabajo una atmósfera de comida campestre al borde de un río o un abismo. Más tarde, seguimos buscando por internet un trabajo donde paguen las horas extras.

Hoy, en los grandes bancos, en las empresas de alta tecnología e, incluso, en la Diputación foral, Olimpo del funcionariado, flota un aroma inconfundible a vainas con patatas que demuestra que en todos los sitios cuecen habas y que ya no podemos permitirnos el lujo de ir a comer a casa, no vaya a ser que a la vuelta haya otro individuo con tartera en nuestro puesto.

La tartera es más fiable que el Ibex. Cuando sube el número de tarteras, baja nuestra confianza en el futuro. Ya sólo falta que vuelva el botijo para entrar por la puerta grande en el siglo XIX.
Josetxu Rodríguez

jueves, 14 de julio de 2011

Economía aplicada: los estragos del euro


¿Por qué a los camareros ya no les sale rentable trabajar en la costa? Desde luego, si piensas en pesetas, no podrías permitirte el lujo de pagar 200 peseas por un café o 400 por un helado

viernes, 8 de julio de 2011

El Códice codiciado




EL Códice Calixtinus, una especie de Guía del Trotamundos medieval sobre el Camino de Santiago, cuyo valor es incalculable, ha desaparecido de la catedral compostelana por arte de birlibirloque. Aunque Carlos Iturgaiz ha echado la culpa a Bildu, como era de esperar, no creo que la coalición haya decidido apropiárselo para distribuirlo en capítulos como si se tratara de un Zutabe. Que una cosa es el Camino de Santiago y otro, el de la paz.

En todo caso, me resultan más sospechosos los secuaces de la SGAE. Quizá les debían los derechos de autor de las melodías de campanillas utilizadas durante siglos por los monaguillos en la consagración o, simplemente, quieren utilizarlo para intercambiarlo por la libertad sin cargos del señor Rodríguez Neri.

Hay una tercera versión, que apunta la ministra Sinde, sobre la posibilidad de que hayan sido los internautas quienes se lo hayan bajado con el emule y dentro de unos días lo publique Wikileaks en exclusiva. Los responsables de custodiarlo afirman que los últimos que lo tuvieron en las manos fueron funcionarios del Ministerio de Cultura, así que quizá aparezca en unas semanas convertido en pen-drive o en DVD interactivo, un formato más actual que el decrépito pergamino.

Pese a todo, antes de calificarlo como el robo del siglo -en realidad el robo del siglo ha sido el pacto del euro y el rescate de la banca-, miraría en el retrete del deán de la catedral, donde suelen abandonarse los libros que no nos enganchan a la primera.

Josetxu Rodríguez

martes, 5 de julio de 2011

Peinarse por no pensar



DESDE que solo uso la cabeza para peinarme vivo más feliz. Puede que alguno se escandalice, pero llega un momento en la vida en el que todo te parece repetitivo, predecible, aburrido, sin solución. Una especie de debate permanente del Estado de la Nación que no lleva a ninguna parte y que te obliga a desconectar la neurona y dejarte llevar como un camarón en el oleaje. Y no creo que sea el único que experimenta esa sensación. Basta darse un paseo por la ciudad para descubrir la cantidad de peluquerías que han aflorado en locales hasta hace unos pocos años ocupados por florecientes librerías, videoclubs, tiendas de música... Casi todos esos negocios diversos han ido desapareciendo. Ahora, la cultura ha sido sustituida por el culto... al cuero cabelludo, que parece lo mismo, pero no es igual.

¿Por qué usar la cabeza para pensar si puedes utilizarla para hacerte unas mechas, un corte de pelo a lo cherokee o algo más tradicional como un cardado? Quizá los perroflautas del 15-M puedan contestar a la pregunta, pero yo por el momento no tengo explicación. Solo miro a través de los cristales a esa gente desconectada a quien recortan los cabellos y dan gomina. Y mientras les contemplo me pregunto si algún día estallará la burbuja capilar y nos llevará a todos por delante como ha hecho la burbuja inmobiliaria. Quizá ese día nos demos cuenta de que nos han tomado el pelo, pero ya será tarde para pensar en algo mejor.

Josetxu Rodríguez