lunes, 2 de junio de 2014

Abandono el pantalón y me paso a la falda


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 El de la foto no soy yo, que conste
EL ser humano tiene el aparato locomotor más simple del planeta, dos extremidades que le llegan hasta los zapatos, pese a lo cual comprar unos pantalones se ha convertido en una de las operaciones más complicadas a las que ha de enfrentarse en su etapa adulta.
 Normalmente, la situación se desarrolla de la siguiente forma: -¿Qué desea? -Unos pantalones. -¿Para qué? -Para las piernas. -Vale. ¿Los quiere de tubo, rectos, bombachos, de campana, bermuda, de gaucho, vaquero, de montar...? -Los quiero para ponérmelos. -Ya, dice la dependienta, pero ¿prefiere slim fit, de tiro turco, pitillo o con pinzas? -No, no, cortos, para ir a la playa. -Bien, entonces tipo rocky, mini short, bermuda, pirata, capri, pesquero o largo. -¿Un pantalón corto puede ser largo? -¡Yes!, exclama la joven mirándome como miraría a un ectoplasma desvaneciéndose. 
Le he pedido el listado de modelos que me ha citado para examinarlos en internet, pero estoy pensando que dado que el pantalón es un invento de la revolución industrial, que dificulta la circulación en la cintura, oprime los genitales e impide que los espermatozoides alcancen la temperatura ideal para reproducirse, voy a pasarme a la falda. Como los escoceses, que ahí los tienes, con falda y a punto de conseguir la independencia. Quizás en Euskadi tengamos que seguir su ejemplo e independizarnos de los pantalones para demostrarle al Estado quién lleva la falda. O, al menos, la falda pantalón.

Josetxu Rodríguez
@caducahoy

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