miércoles, 30 de diciembre de 2015

Invierno tropical: sol y papayas



LA culpa de la alarma por el calentamiento global la tiene Twitter, que es un programa creado por el diablo para amplificar el chismorreo y la maledicendia. Cuando hablábamos del tiempo en los ascensores no pasaban estas cosas. La conversación quedaba entre los vecinos de la escalera. Ahora, sube o baja el termómetro cuatro o cinco grados fuera de temporada y a las dos horas está Obama saliendo disparado hacia el Air Force One para ponerse a salvo del tsunami. No es mi caso. 
Escribo estas líneas en la tumbona de la piscina descubierta de San Inazio, tomándome un daiquiri y con el sombrero de paja antirrayos UV. Si el cambio climático va a matarme, quiero que me pille moreno y no con la piel azulada, el cuerpo húmedo y con perretxikos en los pies. Soy consciente del problema, pero se me hace difícil saber qué puedo hacer. Comprendo a los de Ávila, que ayer estaban a 18 grados y sus gallinas siberianas aclimatadas a las ventiscas estaban poniendo los huevos cocidos. Lo mismo que a los de Almería cuando se les congelan las sandías y tienen que venderlas como si fueran granizados. Pero las alteraciones del clima no se miden en años sino en décadas y solo cabe esperar y disfrutar mientras podamos. 
Dicen los expertos que este invierno tropical es culpa de El Niño y eso me preocupa más. ¿Qué pasará cuando actúe La Niña? Tengo una en casa y es temible.
Josetxu Rodríguez 
@caducahoy

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