martes, 29 de marzo de 2016

Semana Santa: lo siento por los hosteleros, pero yo me largo


columna Josetxu, Semana Santa, hosteleros, Bilbao,
Los cofrades y esta pareja único signo de vida en la Gran Vía un Viernes Santo

LOS hosteleros de Bilbao se lamentan, gimen, suspiran, sollozan, claman, protestan y gruñen. Y saben hacerlo bien porque están muy entrenados. Cada año, desde que tengo tarjeta visa, montan este festival de plañideras, esta procesión de penitentes merecedora de cofradía. Dicen que los bilbainos nos vamos de vacaciones en Semana Santa y dejamos sus negocios abandonados a su suerte. Y que eso no puede ser. Que si te alejas unos metros del Casco Viejo, colonizado por los turistas, puedes ver zarzas rodando atravesar las calzadas mientras los grajos se posan en los semáforos a la espera de que salga algún ratón de alcantarilla. 
En los hoteles, el panorama es desolador. Tras una ocupación del 94% en los días de fiesta, explican que les llega una semana “para echarse a llorar”, donde puede oírse el viento por los pasillos de habitaciones silentes y huérfanas. Alguien tendrá que hacer algo, insinúan, mientras cuentan los billetes mirando al ayuntamiento, que ya solo le falta poner un circo y que salgan los concejales en cabalgata. O mejor aún, que secuestren autobuses y vayan a cazar turistas a territorios limítrofes para que ambienten esta ciudad de vecinos desagradecidos que se largan a descansar al extranjero. Quizá habría que reflexionar un poco y pensar que el Gran Bilbao es en realidad un pequeño botxo. Y puede que en eso radique su principal atractivo. En eso y en que por las noches dormimos. Qué le vamos a hacer.
Josetxu Rodríguez @caducahoy

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