martes, 3 de octubre de 2017

Si te gusta, no lo compartas






SI te gusta, no lo compartas. He llegado a esta conclusión tras comprobar el deterioro irremediable de todo aquello que se muestra en Internet, ya sea una playa o un restaurante. Hace unas semanas, un grupo de amigos subió a YouTube un pequeño vídeo de una paradisíaca piscina natural en la costa italiana. Días después, se agolpaban en ella más de 300 personas con sombrillas y barcas hinchables, además de dos vendedores de pulseras, uno de buñuelos y un dentista de Güeñes.
 Durante años viajé a lugares que aparecían en la guía Trotamundos para descubrir que apenas quedaba un decorado de época asediado por turistas y vendedores de chirimbolos. Y fui consciente de que tan importante como ver es sentir el lugar y es imposible hacerlo si en el corazón de la pirámide de Keops te encuentras con un batallón de marines vociferantes, aunque algunos estén sobrios. 
Hoy, los viajes baratos y las redes sociales son capaces de colocar una brigada de domingueros con barbacoa en cualquier punto del planeta con más velocidad y poder destructivo que un misil norcoreano. Por eso, no hay que identificar los objetivos. Disfrutemos solos de esos paraísos microscópicos que vamos descubriendo como si fueran un tesoro. Y compartámoslos de boca a oído con las personas que queremos como si de un regalo se tratase. De lo contrario, les pasará lo mismo que a esos peces multicolores que se tornan grises apenas se les saca del agua para mostrarlos.

Josetxu Rodríguez
@caducahoy




 




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