domingo, 25 de noviembre de 2018

El Blas fraile


EL timbre ha sonado temprano, apenas amanecido. Tardé solo un par de minutos en ponerme la bata de Harry Potter y quitarme el gorro de dormir. Cuando abrí la puerta, una catarata de cajas de cartón y sobres acolchados se me vino encima. Con la modorra del madrugón pensé que había descarrilado un tren de mercancías, pero detrás del citado desprendimiento había una caravana de repartidores en moto, patinete y bicicleta, que pisoteando el césped se perdían más allá del horizonte del seto y reclamaban brazo en alto una firma para salir pitando. Garabateé todos los documentos que me pusieron delante, coloqué mi huella en pantallitas de cristal y me escanearon el iris en un par de ocasiones individuos con acentos del lejano oriente. Me hice cargo de los fardos sin hacer preguntas. Al fin y al cabo, hasta que no me tomo el tercer café no soy persona y todo me da lo mismo por no decir que me da igual. Cuando se despejó la niebla en mi cabeza, volví a la zona cero para hacer balance. Había embalajes de Amazon, Bimba y Lola, Carrefour, Dekohogar, Ebay y, así, hasta bien entrado el abecedario. Por un momento pensé que alguien había confundido mi casa con una consigna pero, entonces, una voz reconocible me pregunto desde la cama:
“¿Cariño, ha traído el cartero algo para mí?”.“
"Si no ha muerto atropellado en el tumulto hace un rato, creo que sí”, le contesté.
“He pedido algo de ropa para probarme, algunos cosméticos para el gato, un patinete con sidecar, piezas para montar un fusil de asalto y una lata de espárragos. Devolveré lo que no me guste”, me explicó.
“¿Aprovechando el Blas fraile?”, le dije, por decirle algo, ya que no tenemos gato.
“¡Qué va! Esos llegarán el lunes”, me anunció. 
Mientras entraba en casa reflexioné sobre la condición humana y llegué a una conclusión: “Yo soy yo y su paquetería”. Los hermanos Ortega y Gasset estaban equivocados.

Josetxu Rodríguez

miércoles, 21 de noviembre de 2018

De las diapositivas a las radiografías


Se acuerdan de esta máquina temible?
LAS diapositivas. ¿Se acuerdan? Aquellas que perdieron la guerra contra los píxeles. He tenido pesadillas en las que jugaban un papel fundamental. Me veía de nuevo frente al profesor de arte, con su sotana llena de lamparones, intentando descifrar, entre capón y proyección, si las manchas pertenecían al barroco del campo de fútbol o al churrigueresco del desayuno. 
A veces, el escenario cambiaba y me materializaba en casa de unos amigos recién llegados de su viaje de novios. En la sala habían improvisado con sábanas una rudimentaria pantalla. Junto a una mesita con cervezas y patatas fritas se distinguía un sillón con correas para inmovilizar a un ser humano de pies y manos. Lo que me helaba la sangre no era la estancia a media luz ni la sonrisa maléfica de la pareja, sino el proyector de diapositivas con un carrusel del tamaño de la noria del Milenio de Londres completamente atiborrado de transparencias. 
Pero todo eso pasó y, actualmente, cada uno puede ver las fotos de sus amigos en las redes sociales en dosis no letales y sin permanecer horas secuestrado. Y así estábamos, tan contentos, hasta que hace unos días sentí un estremecimiento en la Fuerza. Cenaba con los amigos de toda la vida y me levanté para ir al baño. Cuando volví, quedé horrorizado. Los antiguos novios habían traído su álbum de radiografías de huesos, dientes y pulmones. También vídeos de ecografías, partos, endoscopias y resonancias en 3D y los estaban reproduciendo, a través de sus teléfonos móviles, en la pantalla de 55 pulgadas del televisor de la sala. Con gran regocijo. 
Todavía estoy dilucidando si es otra pesadilla o he llegado a una edad en la que lo divertido es saber quién es el más enfermo con aspecto más saludable. Qué cruz. ¡Atchísss!
@caducahoy

miércoles, 14 de noviembre de 2018

El estado del bienestar provoca malestar


“Aunque no soy franquista, me dan ganas de hacerme francotiradora”. Sentado en el autobús escuchaba la conversación porque no me quedaba otro remedio. La señora se indignaba según desgranaba los agravios sufridos en los últimos tiempos.
“¿Te acuerdas cuando se te olvidaban las llaves en casa y llamabas a los bomberos? A los cinco minutos tenías en la puerta un camión lleno de titanes que te metían en casa a la silla de la reina. Ahora lo que te meten es un sablazo que tienes que vender el piso para pagar la salida. Lo mismo con las ambulancias. El martes perdí el autobús y solicité una para que me llevara al médico a recoger una recetas. Pues van y me sueltan que coja un taxi. A mí. ¡A una enferma! Si todos los años antes de irme a Benidorm me presentaba en urgencias a que me hicieran un reconocimiento completo con escáner para poder pasar el verano tranquila. Hasta me regalaban toallas y medicinas para el perro. Qué triste, la verdad”.

“Dentro de poco -replicó su acompañante- no solo nos cobrarán el impuesto de hipotecas, sino también el de hipotenusas, ya verás. El día de las nevadas, mi nieto se fue en mangas de camisa a correr al monte hasta que quedó hundido en la nieve. Hizo lo que hace todo el mundo, llamar a los helicópteros para que le llevaran a casa. Pues los tíos llegaron cuando casi se le habían congelado los huevecillos. ¡Y con la factura en la mano! ¡Qué sinvergüenzas! Pensar en el dinero cuando estás en medio de una desgracia. Menos mal que en una clínica de fertilización in vitrocerámicas le compraron los espermatozoides congelados. De no ser así, tendría que haberse puesto a atracar bancos también los fines de semana para sobrevivir dignamente”.

“El estado del bienestar se va a la mierda. Te lo digo yo, que para estas cosas tengo mucho olfato”, sentenció ella con un toque de nostalgia.

@caducahoy

domingo, 11 de noviembre de 2018

Las piernas están sobrevaloradas


Andar está sobrevalorado. Como pensar. No lo digo yo, lo dicen mis piernas. Como son parte implicada y con tendencia a la vagancia no las hago mucho caso. Pero hay gente que sí y las malcría. Vamos, que las

evitar cualquier esfuerzo por mínimo que sea y hasta crean grupos de whatsapp para hacerlas los deberes. Ahí está para demostrarlo la proliferación de artilugios con ruedas que invaden el espacio público. Sentado en un banco del parque, hice un pequeño inventario: en una hora pasaron por delante patines, patinetes, bicicletas variopintas, skates, longboards, seawave, monociclos eléctricos y de tracción animal, segway, una cortadora de césped y una barredora. Ya ven, también los jardineros han dejado de caminar. Hoy es más seguro pasear por la calzada esquivando autobuses, que se les ve venir, que sentir el aliento en la cara de un ciclista o un skater que se entrena para el mundial de habilidad y velocidad sorteando peatones. Uno de ellos contaba el otro día que bajando por una barandilla cayó con su artefacto encima de un cochecito de gemelos. “La madre se puso histérica, tío. Ya le dije a la tipa: Oye, tranki, que te queda otro”.

Ahora que los coches permanecen la mayor parte del tiempo en los garajes pagando impuestos, la movilidad ecológica será otra nueva fuente de ingresos a corto plazo para los ayuntamientos: seguros, multas, permisos de circulación y mini OTAs. Por eso, conviene recordar que no hay mejor forma de moverse que la autopropulsada a base de alubias con sacramentos. Y soy el primero que debe aplicarse el cuento, ya que paso de la cama a la silla del trabajo y de ahí, al sofá hasta irme a la cama. En una ocasión me olvidé las piernas bajo la colcha y tardé dos días en darme cuenta. Con eso les digo todo y no digo más.

@caducahoy

sábado, 27 de octubre de 2018

Me gusta cuando planchas, porque estás como ausente


ME gusta cuando planchas, porque estás como ausente”, le dije. 
“Pues, como estoy ausente, saca tú la basura”, me contestó, clavando en mi pupila su pupila azul. 
“Los suspiros son aire y van al aire. Las lágrimas son agua y van al mar. Dime, mujer, cuando el contenedor se llena, ¿sabes tú adónde va?”. No esperé su respuesta y esquivé como pude un cepillo volador. 
Más por complacer que por obedecer, me dirigí al armarito del fregadero. Al sacar la bolsa, pude observar que el desagüe goteaba y fui en busca de un poco de teflón. Y, mira por dónde, en la caja de herramientas encontré también cable de antena y un conector. Una grata sorpresa, porque llevamos desde septiembre viendo El roscoa través de una intensa nevada de interferencias. De los 26 canales de televisión, la mayoría se pierden por los agujeros de la vieja línea que baja del tejado. Necesitaba unas tijeras y recordé que había dejado las de podar en el jardín. Salí en su busca y, dado que amenazaba temporal, decidí meter al sótano la mesa y las sillas de madera. Al abrir la puerta, salió pitando un ratón. ¡Maldito roedor! Creo que tengo un cepo en alguna parte, pensé. Estuve un par de horas revolviendo sin localizarlo. Eso sí, encontré muchos tesoros olvidados: un casco de moto, un patín, un laboratorio fotográfico y un maletín con 6.000 tornillos y una tuerca. Pero lo que más ilusión me hizo fue una cinta de persiana, porque recordé que la ventana de la cocina necesitaba el cambio. Llevaba horas trajinando, y me senté un momento a tomar una cerveza. Así me encontró ella cuando entró cargada con la compra: junto a la bolsa de la basura y mirando por la ventana. El plock-plock de la gota de agua sonaba como el martillo de un juez. Visto para sentencia.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy

sábado, 20 de octubre de 2018

Como monologuista, Casado no tiene precio



Pablo Casado

COMO monologuista, Pablo Casado no tiene precio. Solo necesita encontrar a un Faemino para convertirse en una pareja de éxito. O hacer un dúo con Albert Rivera y protagonizar un remake de “Tú a Génova y yo a California”. Como los crearon en la misma fábrica de Madelmans del Ibex 35, cuesta distinguirlos.
De pequeño tuve un muñeco de acción que se les parecía: joven, esbelto y con uniforme militar. Tenía una anilla atada a la espalda que, cuando tirabas de ella, soltaba una frase de forma aleatoria: “¡Todos al suelo!”, “¿Dónde va, bella señorita?”, “¡Santiago y cierra España!”, y cosas así. Parece que Aznar ha copiado la idea y le ha insertado un altavoz wifi. Ahora solo mueve los labios para soltar las incongruencias del expresidente, ya sea para denunciar que en Catalunya “hay armas de destrucción masiva” o asegurar que “todos los jóvenes son del PP, pero aún no lo saben”.
Hay quien piensa que, con las prisas, le han cargado mal el chip y está descontrolado. Puede que hasta le hayan instalado un doctorado de historia basado en el NO-DO, porque lo mismo afirma que España “descubrió un nuevo mundo” que define la Hispanidad como “la etapa más brillante del hombre junto al imperio romano”. Al paso que va, pronto nos explicará aquella teoría franquista de que Dios quería tanto a España que colocó la península justo en el centro de la Tierra, donde el cielo es azul, hay muchas gaviotas y no hace ni mucho frío ni mucho calor. Y que por eso hay tanta gente que quiera vivir aquí, empezando por los ingleses y acabando por los menas.
No sé si durará mucho en el PP o terminará cantando el cara al sol en un manicomio, pero lo que está claro es que, para mí, siempre tendrá un lugar de honor en el Club de la comedia.



Josetxu Rodríguez

@caducahoy

sábado, 13 de octubre de 2018

La policía no cabe en el troncomóvil

LOS cuerpos policiales están que no caben en sí de gozo porque les han comprado coche nuevo. El problema es que tampoco caben en el vehículo. La vasca ha mejorado tanto con los potitos, que vas a una oposición en Arkaute y la mitad de los presentados miden más de 1,80 metros y no entran por la puerta. 
Esto, que tiene muchas ventajas desde el punto de vista disuasorio, no lo es a la hora de acomodarse en un vehículo oficial con mampara de seguridad, porra, pistola y el resto del ajuar. No lo digo yo, lo dicen los sindicatos de la Policía Municipal de Bilbao y de la Ertzaintza, siempre muy quisquillosos con estos temas, y que ya se los imaginan patrullando en el tranvía, mientras los malos aparcan sus todoterrenos frente a las comisarías para darles envidia. 
Alguien me envió hace días una foto donde podía verse un Mercedes de los municipales de Bilbao con las piernas del acompañante asomando por la ventanilla. Seguro que es falsa, pero resume muy bien el problema. Hay quien dice que el interior de los vehículos los ha diseñado Ryanair y que van a subsanar el problema adjuntando un sidecar para el detenido. No me parece serio. El maletero está vacío y puede decorarse con algún futón de Ikea para la ocasión. Lo que no es lógico es que el arrestado vaya más cómodo que el agente, a fin de cuentas solo va a estar un rato allí. 
La polémica está en la calle y sorprende que no se hayan llevado a un par de buenos maderos para probar los troncomóviles antes de comprarlos, que es lo que se hace con los pies y los zapatos. Si envías a 31 ertzainas a ganar 81 medallas en los Juegos Europeos de Policías y Bomberos no puedes pretender después que quepan en un utilitario. ¿Sí o qué?
Josetxu Rodríguez 
@caducahoy

sábado, 6 de octubre de 2018

Jubilados, ¡askatu!


LO tengo decidido. Cuando me jubile no se lo diré a nadie. Ni siquiera a mi empresa, porque tengo curiosidad de saber si se da cuenta. Tampoco a mi esposa, que es capaz de ponerme a pintar la casa de rosa palo. Seguiré los sabios consejos de los que tienen experiencia en esto del jubileo y que coinciden en afirmar que cuando más tiempo tienes, de menos tiempo disfrutas. Que si bricolages, que si papeleos, que si me puedes llevar la iguana al veterinario de paso que vas a manifestarte por las pensiones. Vamos, que debe suceder como con el queso emmental, que cuando más queso compras, más agujeros;y cuantos más agujeros, menos queso.

Por eso, cuando llegue el momento, cada mañana saldré de casa pitando con la taza de café en la mano como si tuviera que fichar y al doblar la esquina seré libre durante ocho horas. Vaya puntazo. Tendré que organizarme un poco, porque quiero recuperar el sueño perdido de los últimos 40 años. Creo que la facultad de Filosofía es perfecta para la hora de la siesta y en cuatro años me habré puesto al día. Por supuesto, renunciaré a todo tipo de actividades extravagantes, que todavía recuerdo cuando me apunté a zumba pensando que era boxeo. 
Por las mañanas, tumbado en alguna campa, haré un inventario de nubes, y cuando lo termine, sin prisa, pero sin pausa, estaré listo para anunciar que soy un jubilado y me pondré a disposición de la familia y la comunidad. Pero sin abusar, que veo a muchos pobres corriendo de un lado para otro trasegando niños y mochilitas y añorando los tiempos en los que trabajaban en las minas de La Arboleda. Nos ha costado mucho llegar hasta aquí para estropearlo al final. ¡Jubilados, askatu!

Josetxu Rodríguez

@caducahoy

sábado, 29 de septiembre de 2018

Pedro Sánchez es tonto. Juan Carlos, ¡dimite!

Pedro Sánchez es tonto

PEDRO Sánchez es tonto. Al menos, hay que concederle ese mérito. Solo un ingenuo al que echaron de la secretaría general de su partido por la puerta grande, es decir, la del garaje, cree que puede formar un gobierno con entes puros sin pecado original, con currículo impoluto y la declaración de la renta cum laude. No hay gente así. Puede que quede alguno en el limbo de los justos, pero lo dudo.
Lo raro es que todavía tenga ministros en su gabinete frente a la artillería ética de un partido condenado por corrupción sistemática, lo que en Italia se denomina mafia y aquí casos aislados. Hasta la Virgen habría perdido el apelativo con estos fiscales; y Jesucristo, los apóstoles, porque el que no era un fanático ultranacionalista, recaudaba impuestos o cortaba orejas a sablazos.
Lo tiene difícil, señor presidente. Quizá en algún convento de monjas carmelitas o de frailes cartujos encuentre usted doce personas sin tacha, siempre, claro está, que no haya pasado por allí Villarejo con su cinexin organizando rosarios, ejercicios espirituales y desfiles de monaguillos frente a curas, obispos y cardenales. Que todo puede ser.
Lo que más me molesta de este asunto es que tenga que dimitir una ministra por un máster que no sirve ni para tapar el desconchón en una pared y se mantenga en el cargo otra obligada a enviar 400 bombas inteligentes a una dictadura para que masacre civiles a lo tonto en Yemen.
De todo este festival ético, estético y patético solo puede salir una cosa buena: que dimita el rey Juan Carlos para dar ejemplo a Pedro Duque. ¿O es que evadir capitales y cobrar comisiones a diestro y siniestro durante cuatro décadas es una falta menor frente a la compra con ventajas fiscales de un chalé en Jávea? No hace falta que contesten.



Josetxu Rodríguez 
@caducahoy

sábado, 22 de septiembre de 2018

Clima machista



LOS efectos del calentamiento global han dado un salto cualitativo. Y no me refiero a los ciclones y tifones, ni a los minikinis y microslips que hemos visto en la playa, sino a la climatización de la oficina. Mañana comienza el otoño con 29 grados y el responsable de mantenimiento ya ha sufrido un shock depresivo. Sin previo aviso, como cada año. Ha sido entrar y antes de llegar al termostato ya ha recibido dos quejas contrapuestas: hace mucho calor, le ha dicho el surfista, que lleva una camiseta térmica;y yo tengo frío, le ha anunciado la de los nanopantalones cortos. 
Nos alberga un edificio inteligente, pero no mucho. Personalmente creo que no aprobó el bachillerato, pero si tuviese un máster en la Universidad Rey Juan Carlos tampoco podría contentarnos a todos. Y esa es la mala noticia. Los hombres y las mujeres necesitamos temperaturas diferentes para trabajar. Lo acaba de confirmar un estudio muy sesudo que no voy a citar, como hace Pedro Sánchez. La temperatura de los centros de trabajo está diseñada para un hombre de 40 años y 70 kilos de peso. A partir de ahí, sálvese quien pueda. Nosotros, como generamos más calor, estamos confortables en la horquilla de 21 a 22 grados;y ellas, entre 24 y 25. Podría llegarse a un término medio, pero no les da la gana. ¿Por qué tenemos que doblegarnos al clima machista que dicta el aire acondicionado?, dicen con razón. Y así estamos. 
Me comenta el técnico que va a cambiar el regulador que indica grados por uno que muestre niveles de confort: silencio, murmullos, reclamaciones, gritos, aullidos, agresiones y 112. Me da pena. Creo que Greenpeace va a incluirles en la lista de seres en peligro de extinción, como el pingüino colorado. Apoyo la propuesta.Josetxu Rodríguez  @caducahoy

sábado, 8 de septiembre de 2018

Mi hija quiere una mascota

perro y bebe

QUIERO a mi hija como si la hubiera parido, aunque mi esposa haría alguna salvedad. Hemos intentado siempre satisfacer sus deseos al ralentí para enseñarle que en la vida no todo se consigue al momento, como en Amazon. Y como lleva un tiempo suspirando por una mascota, concretamente 17 años, estamos pensándolo. 
Cuando era pequeña se conformaba con cualquier cosa: le regalamos una oveja de peluche y durmió con ella hasta que tuvimos que esquilarla porque tenía pulgas. Me refiero a la oveja, claro está. A continuación nos pidió algo vivo y consiguió sus primeras moscas efímeras que, como su nombre indica, le duraron muy poco. Para compensar, le regalamos bichos bola, gusanos de seda, luciérnagas, mariposas y otras cosas que reptaban por el jardín. Podía jugar con ellas, pero no meterlas en casa. 
Pasó el tiempo y se hizo más exigente. Así consiguió los peces y los hámster, que nos deshilacharon las colchas y el sofá;y la tortuga de agua, a la que tuvimos que meter en la bañera y nos mordía cuando nos duchábamos porque no la gustaba el champú. De pronto, se aficionó a los animales virtuales y desapareció durante años en su cuarto abducida por los videojuegos. Y ahora que ha salido anhela una mascota que le divierta, con mucho pelo para acariciar, aunque tenga que lavarla, peinarla y sacarla al parque para que haga sus necesidades y se relacione con otros de su especie. Le he sugerido que se eche un novio hipster, que cumple todos esos requisitos con solvencia. Espero que me haga caso y se conforme, porque si está hablando de un perro me negaré en redondo, ya que terminará queriéndolo más que a mí y no podría soportarlo. Aunque siempre me quedará ladrar, no sé si me comprenden.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy

jueves, 30 de agosto de 2018

Un intruso en San Mamés (Athletic 2-2 Huesca)



Los hinchas del Athletic guardan un respetuosos silencio ante un gol del Huesca

AL Athletic lo quiero como si fuera un hijo, aunque la mayor parte del tiempo no sé qué hace ni con quién está jugando. Eso sí, lo defiendo a capa y espada como protegería a la gallina vasca del asedio del Kentucky Fried Chicken. Dicho esto, confieso que cuando entro a un campo de fútbol me da por reflexionar y solo me despierto con los goles. Dos veces en este caso, porque de los otros dos casi no me entero ante el respetuoso silencio que guardó la afición rojiblanca. Lo que más me extrañó es que los jugadores no repitieron en el campo las acciones de gol como hacen para la tele.
Los partidos que he visto de cuerpo presente se cuentan con los pulgares de la mano de un carpintero, es decir, uno o ninguno. Fue en el año triunfal de 1984: me encargaron una crónica de ambiente y creo recordar que vendí la entrada y vi el encuentro en un bar con luces rojas y un tanto oscuro. Pecado de juventud que, como mucho, estaría penado con dos padrenuestros y tres Athletic, gorri ta zuria.
Me sorprendió gratamente que el nuevo estadio tuviera jardines decimonónicos y un pequeño estanque con carpas japonesas. Disfruté de ellos un rato hasta que una viejecilla en silla de ruedas me sacó del error: “Esto es la Misericordia, txotxolo. Si vienes por la reventa, date la vuelta. San Mamés trapichea para pagar al veterinario, pero ya ha cerrado la capilla y se ha acostado. Estos horarios del fútbol estarán bien para los americanos, pero a los socios de edad incierta nos hacen polvo”.
Crucé la calle y me fundí con la multitud, que estaba abarrotada. En los bares, con el cañón a 3 euros, había más sedientos que cervezas;y en los puestos, más bufandas que forofos. Con eso les digo todo. A los hinchas del Huesca se les distinguía perfectamente porque no llevaban la camiseta rojiblanca. El gentío daba vueltas al edificio en busca de acceso, como en la Meca. En la puerta me confiscaron los líquidos corrosivos (kalimotxo) y los petardos, barrenos y cohetes antitanque con los que esperaba animar al equipo. Agradecí el expolio porque la mochila pesaba el recopón.

PISCINA COLGANTE

Del Huesca solo sabía que limitaba al norte con la Primera división y, ahora, ya no. Gritaban: “Hueeesca, Hueesca”. Un himno muy pegadizo y fácil de aprender. Los locales decía ¡Uuuy! ¡Uuuy! y “levántate, que no es para tanto”. “Con los recién ascendidos hay que tener cuidado, para cuando te das cuenta te han birlado el partido y hasta los puntos del Eroski”, me comentó Kepa, compañero de grada y clarividente.
Me aburrí a ratos. Largos. De los 90 minutos, 75 estuvieron corriendo de un lado para otro sin llegar a meta. “Yo quitaría el centro de campo”, le dije a Kepa. “Y yo al portero”, dijo él. No estuve de acuerdo porque no están los tiempos para dejar sola una portería con la cantidad de partidos que roban y lo que roban los partidos. Consensuamos que habría que dividir el campo para que jugaran las leonas a la vez. Al circo Price le fue muy bien con las dos pistas simultáneas.
El estadio es precioso, pero desaprovechado. Si quitas a la gente, por dentro está vacío como un huevo Kinder. Seguro que cabría una piscina colgante, como la de la Alhóndiga. Evitaría que los jugadores se mojaran y cogieran la baja para ir de fiesta. El césped es magnífico, aunque yo lo habría bordeado de rosales o viñas de txakoli para darle un toque de color.
Lo dejo ahí por si no me permiten volver. Estas cosas hay que verbalizarlas, si te las quedas dentro luego no duermes. Buenas noches, corazones rojiblancos.

jueves, 9 de agosto de 2018

¡A la orden!




LA otra noche, mientras comía un albérchigo, pensé que el verano era un buen momento para organizar mi vida. Durante unos minutos calibré prioridades y definí objetivos. Comprobé que la tarea era ardua y llevaría tiempo, por lo que decidí poner metas asumibles y empezar por los cajones.
Todos ustedes saben que el orden es la virtud de los mediocres, y como soy del montón, me rodean cientos de objetos que, a primera vista, tengo clasificados como chirimbolos, trastos, bártulos y cachivaches. Se preguntarán dónde he conseguido esta habilidad para catalogar garbigunes familiares de un solo vistazo. Les confieso que me lo enseñó un brigada del Ejército que me tuvo un mes haciendo un inventario de los azulejos intactos, cuarteados y rotos que había en el cuartel de Mungia para entregárselo a su superior. Éste, que curiosamente tocaba la trompeta en una banda, tiró el informe a la papelera sin tocarlo apenas. Y allí seguirá.
Esta experiencia me hizo crecer como soldado especialista en logística inútil y aplico lo aprendido siempre que puedo. Por ejemplo, a los cajones, que son como la cabeza de un loco: pueden albergar la solución contra el cáncer, pero está mezclada con tantas majaderías que no hay forma de localizarla.
Por eso, aconsejo agrupar los objetos en útiles e innecesarios. Conviene ignorar el maletín con 160 destornilladores, que es útil pero innecesario; y el abrelatas chino de cabeza de panda, que es necesario pero inútil. Hecho esto, una parte se tirará directamente a la basura y la otra se donará a los Traperos de Emaús.
Todo ello sin que se entere la pareja, de lo contrario, todos los objetos regresaran a casa al día siguiente por su valor sentimental y habrá que volver a empezar con el proceso, que, curiosamente, es lo que estoy haciendo ahora.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy

martes, 7 de agosto de 2018

Vacaciones en el Transnervión




Habíamos pensado hacer un crucero por el río Butrón, pero en la canoa no cabíamos los tres con el gato. Y sin el minino no vamos a ninguna parte, porque caza ratones fantasmas, de esos que te despeluchan los cojines cuando no estás en casa. Además, somos incapaces de dormirnos si no nos ronronea. El tío nos ha creado un reflejo condicionado a lo Pávlov y si no le damos lo que quiere nos pasamos la noche en vela.

Pues eso, que nos pidió hacer el Tansnervión, el único que permite llevar animales de menos de 40 kilos y por lo que se había puesto a régimen. Elegimos la etapa que une el califato de Deusto con la república de Basurtistán, famosa por ser el kilómetro cero de las míticas rutas mesetarias de Alsa. El presupuesto no daba para más, porque estamos ahorrando para comprarle unos pantalones rotos a la niña y que dejen de llamarla pobre a la cara por llevar unos sin agujeros y de su talla.
Nos subimos al convoy en San Ignacio, una estación impresionante que nos habría gustado fotografiar, pero no teníamos carrete en el móvil. Antes de que nos diéramos cuenta estábamos en la capital de Deusto, San Pedroburgo, donde visitamos la mítica Casa Vasca, convertida en un enorme museo de la obsolescencia euroasiática. Un chino, vamos.
Minutos después cruzamos la ría por debajo sin traje de buzo. Fue alucinante sentir todo ese agua encima. Todos los compañeros de vagón estaban tan emocionados como nosotros y guardaron un respetuoso silencio que contrastaba con nuestros gritos y maullidos. Al llegar a la estación término nos despedimos de todos y cada uno de ellos y les pedimos la voluntad. Para nosotros había sido como doblar el cabo de Buena Esperanza. De hecho, nos vamos a poner un anillo en la oreja de recuerdo, siempre que nos llegue con lo que nos han dado, que la cosa no está para excentricidades.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy

viernes, 3 de agosto de 2018

Carta a Dios: deficiencias en el cuerpo humano (y2)


Esculturas de los superhéroes en su tercera edad creadas por el artista Gilles Barbier

MUY Señor mío. Le advertía la semana pasada sobre la necesidad imperiosa de actualizar el cuerpo humano antes de que lo hagan los chinos y se queden con la patente. Y cito algunos ejemplos que demuestran que ha quedado desfasado en diseño y utilidades. Si usted sabía que tarde o temprano inventaríamos los teléfonos móviles, ¿por qué le puso un órgano de telecomunicaciones inalámbricas a las ballenas y se olvidó de colocarnos a nosotros una antena wifi? 
Algo similar pasa con las piernas: no queremos compararnos con el ciempiés, pero qué menos que cuatro para usarlas alternativamente, sobre todo, a partir de cierta edad, que duelen día sí y día no. Alguno se relame solo de pensar la utilidad que estas extremidades de más habrían dado al Athletic. También echo de menos ojos en la nuca, porque, en realidad, solo sirve para llevar la calva o la melena. Reconozco que lo de la araña es peor, porque tiene ocho y ve fatal, pero, al menos, dos retrovisores en las orejas nos habrían venido bien. 
No quiero ser insolente, pero los brazos le quedaron cortos o el suelo lejos. Es un hecho y cualquiera puede demostrarlo con solo tirar las llaves. Sin más. Lo de la boca está bien, pero para que fuera de sobresaliente tendría que haber soldado los dientes a la mandíbula. Este fallo es imperdonable, a menos que su intención fuera defender la diversidad y que no se extinguieran los dentistas. 
En cuanto al tema de residuos, es notable el reciclado por separado de sólidos y líquidos, aunque al área de gaseosos debería darle una vuelta para que no salieran a la atmósfera sin ton ni son. A poco que resuelva estos desajustes, me tendrá como cliente hasta el fin de mis días. Se lo aseguro.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy

martes, 17 de julio de 2018

Carta a Dios sobre deficiencias en el cuerpo humano


MUY Señor mío. No soy quién para enmendarle la plana, Dios me libre, pero después de haber probado durante muchas décadas su modelo de cuerpo humano, no me queda más remedio que comunicarle algunas de las deficiencias que he notado. Todo ello desde el respeto y con el único fin de mejorar sus prestaciones para que las incluya en la próxima actualización. Tenga en cuenta que el prototipo tiene 2,6 millones de años y, en este tiempo, apenas le ha dedicado usted atención. 
Solo hace falta salir a la calle para ver la fatiga del diseño y los materiales. Por ejemplo, se nota mucho que usted creó la parte izquierda del tronco y la copió en la parte derecha. Y es una pena, porque podría haber aprovechado para dar nuevas funcionalidades a ese extremo. Por ejemplo, echo de menos un cuerno o una espina venenosa o algo para defenderse de los agresores y los amantes. Otros animales tienen atributos muy llamativos, por ejemplo, el unicornio, el colibrí o la jirafa. Me encanta los tonos de su piel. Comparados con ellos somos sosos y deslavados. ¿Qué tal un estampado de amebas para la proxima generación? 
Caso aparte es el sexo: totalmente decepcionante. Solo dos y, encima, muuuuuy pequeños. Qué falta de esmero e imaginación. Sugiero una docena y de buen tamaño, porque las chicas están que trinan. Normal, si tienen que parir por decreto, ¿por qué no ha hecho la salida más grande con una cremallera o un velcro? En cualquier empresa de ingeniería genética le habrían despedido muy de mañana. Es como nuestras tetas: ni sí ni no, sino todo lo contrario. Dos botones en medio del pecho. Si al menos pudiéramos subir el volumen y desconectar la tele con ellos tendrían algún sentido. Vaya pensándolo, que la semana que viene sigo.

Josetxu Rodríguez
@caducahoy

viernes, 6 de julio de 2018

Llover, lo que se dice llover, en Bilbao no llueve


Llover, lo que se dice llover, en Bilbao no llueve
El que cala de verdad es el sirimiri. (foto Josetxu Rodríguez)

LLOVER, lo que se dice llover, en Bilbao no llueve. Si me apuras, caen algunas gotas. Gordas, eso sí. En una de ellas se ahogó un municipal con su moto, para que se hagan una idea. Por lo demás, el clima de Bilbao es bastante seco si quitamos los días de lluvia. Por ejemplo, si lo comparamos con el de la Amazonía, donde llueve tres días de cada dos, la villa es un aquapark. Sobre todo, para los bilbainos, que nacemos mojados, como todo el mundo sabe. Es muy difícil que la lluvia nos cale cuando vivimos empapados. 
A la lluvia autóctona se le va la fuerza por la gota, en eso es muy bilbaina. Vamos, que se pone farruca y le sale un pronto muy malo. En esos casos es mejor dejar que se desahogue y esperar en un portal. Y eso que siempre llevamos un paraguas escondido en alguna parte, pero no lo abrimos porque se nos moja y luego no hay quien lo seque. A mí me regalaron uno en la Primera Comunión, lo probé y estuvo húmedo hasta que fui a la mili de insumiso. 
Para mojarse en Bilbao como dios manda tiene que caer sirimiri. Ese sí que empapa, el jodío. A lo tonto a lo tonto, cala a los bobos. Cuando tenía 22 años empezó el gran sirimiri que llenó el pantano de Ordunte. Tuvieron que evacuar a miles de bilbainos a Benidorm en los autobuses de Alsa para que se secaran tanto unos como otros. Esa gran migración ha quedado escrita en los charcos de la Villa y provocó un gran descenso de natalidad porque regresaron meses después con montones de chubasqueros. Su piel estaba tan morena que los metieron en la plaza de toros hasta que se decoloraron y pudieron separar a los botxeros de los inmigrantes sin papeles. Fue tanta la humillación, que ahora somos una ciudad de acogida. Aunque unos acogen más que otros, todo hay que decirlo.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy


Un joven atraviesa un charco tras un aguacero caído en el centro de Bilbao

viernes, 29 de junio de 2018

Ella, yo y las circustancias


MI hija dice que no me entiende. Lo comenta en uno de esos fugaces instantes en el que nuestras dos órbitas vitales se cruzan en el pasillo. Ella camino de la cama y yo recién desayunado. En cierto modo, soy el cometa Halley de su vida, ese con quien coincide cada 75 días aproximadamente. 
Está muy guapa con su pelo rojo, aunque creo recordar que la última vez lo tenía azul ¿o era verde? Me alegra comprobar que sigue viviendo en casa, lo que es un signo inequívoco de que nos tiene afecto y que le sigue gustando su habitación, ese búnker inexpugnable registrado como territorio inviolable por la Convención de Ginebra, con leyes propias y un estatuto libre asociado a nuestra vivienda. Además, tiene derecho a baño y cocina, aunque a esta última solo se acerca cuando huele a guiso o comida caliente. 
Recapitulo: dice mi hija que no me entiende. Y no sé por qué. Intento contactar con ella antes de que nos sumerjamos de nuevo en nuestros universos paralelos de hombre maduro y tardoadolescente. Cabe la posibilidad, incluso, de que la próxima vez que la vea se haya casado en Singapur por Internet o creado una comuna ciberpunk y vivan todos en su cuarto cocinando paellas veganas. Hace tiempo que tengo ganas de repetirle que la queremos, que es lo mejor que nos ha pasado en la vida y que siempre estaremos a su lado pese a que su generación se cargó mi derecho ancestral al huevo argumentando que los hijos siempre tienen prioridad. “Mira, cariño”, le digo. 
“¿Dónde?”, me contesta. 
“¿Dónde qué?”, le pregunto perplejo. 
“Que dónde quieres que mire, aita, es que no te entiendo”, exclama con un bostezo. 
Ya ven, nos comunicamos así. Tendré que intentarlo otro día, quizá después de que haya dormido algo.

Josetxu Rodríguez
@caducahoy

domingo, 24 de junio de 2018

Top retretes: no ca(i)gamos en la complacencia

No ca(i)gamos en la complacencia. Contamos con cuatro restaurantes vascos entre los 50 mejores del mundo, pero ¿cuántos retretes tenemos en ese ranking? Nadie lo sabe. Y me dan ganas de crear una aplicación de móvil para que los clientes puedan calificar la calidad del excusado. Tengo pensado hasta el nombre: Tripa-advisor. En ella podría votarse cada aseo con cacas de whatsApp hasta un máximo de cinco. Más de uno se sorprendería al ver que en algunos locales el número de estos iconos coincidiría con el de tenedores. 
Pasan por mi memoria algunos cubículos sin ventilación, malolientes y en donde la luz se enciende durante 15 segundos, lo que te obliga a hacer aspavientos para no romperte la crisma. Por no hablar de aquellos en los que no hay jabón ni papel y no te atreves a abrir el grifo sin guantes de gasolinera. O en los que la toalla está más sucia que tus manos, por lo que podrías entrar en un absurdo bucle lavado, secado, relavado hasta enloquecer.
Es verdad que parte de la culpa la tienen los clientes incívicos, pero también es cierto que algunos se convierten en eso al verse encerrados en esas letrinas con una apremiante necesidad. Como ven, dar respuesta a esta situación es todo un reto de futuro para los emprendedores vascos y una ventana de oportunidad que nos situaría en vanguardia por delante de los japoneses. Hasta podría crearse un clúster que agrupara al sector del lavabo, baño, tocador, váter, evacuatorio y mingitorio.
Quizá algún día, esos enormes grupos de turistas, llegados de todo el mundo para degustar las exquisiteces de nuestra gastronomía, peregrinarán también de local en local para satisfacer sus necesidades fisiológicas en un entorno limpio y confortable con la satisfacción que cualquiera se merece. Pónganse manos a la obra. Por favor.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy

viernes, 15 de junio de 2018

El chequeo

TOCA revisión y, como cada año, siento un pequeño cosquilleo en el estómago. Es lógico, la edad no perdona y no todo funciona como solía hacerlo. De hecho, noto que chirría alguna articulación, percibo una pequeña pérdida de líquidos, se escapan algunos gases que no cumplen la normativa y falta agilidad. Nada preocupante, pero lo suficiente para que el utilitario de mi suegro deba enfrentarse a la Inspección Técnica de Vehículos. 
Por eso, y dado que él no puede llevarlo, me ha estado aleccionando como a un neurocirujano que va a iniciar una operación donde la mínima distracción podría acabar en tragedia. “Tú tranquilo -me dice-, lleva las ventanillas bajadas, porque no se cierran del todo, y no aceleres mucho que se suelta el retrovisor derecho. Cuando te digan que frenes, acuérdate de hacerlo con los dos pies, que las pastillas andan un poco justas”.

Le digo que me lo apunte todo en una papel y, cuando me lo entrega, veo que no debo encender las luces hasta que me lo digan, porque un foco es estrábico y lo ha corregido con el cristal de una gafas viejas pegado con loctite y “si se recalienta podría arder”. También comenta que ha instalado una pera de goma junto al embrague que debo pisar para que salga el chorrito de agua del limpiaparabrisas. Que por lo demás todo está bien. Que, incluso, ha puesto varios filtros de cafetera en el tubo de escape para que no se note que le robaron el catalizador y diez baterías de móvil de refuerzo porque, en ocasiones, falla el arranque. 
Dada la situación y como no me gustaría pasar la noche en la comisaría, he optado un año más por no sacar el coche del garaje en donde acumula polvo desde hace años. A fin de cuentas, viaja en autobús y se marcha unos meses a Santa Pola. Loado sea Dios.
Josetxu Rodríguez

@caducahoy

viernes, 1 de junio de 2018

Pajitas no, gracias

Pajitas en una copa

LA prohibición de las pajitas anunciada por la Unión Europea ha sido acogida con preocupación por algunos sectores que temen pueda afectar a su ya precaria vida sexual. Deben estar tranquilos, la directiva no va contra ellos, sino dirigida al excesivo uso de utensilios plásticos, entre los que se encuentran también platos, cubiertos y bastoncillos, por el peligro que suponen para la naturaleza y que podría compararse al daño que ocasionan las tarjetas de crédito al ser humano. Sorprendentemente, estas no serán prohibidas. 
Los más alarmistas ya se ven limpiando la cera de los oídos del niño con las llaves del coche, pero no es del todo cierto, porque existen materiales alternativos y ecológicos que no tardan un siglo en degradarse. 
Dicho esto, aconsejaría a los tecnócratas de Bruselas que intentaran explicarse mejor y les recuerdo que, por mucho menos, el Reino Unido abandonará la UE. Es hora de que el reciclaje vaya solventando las deficiencias actuales. Por ejemplo, añadiendo contenedores de más colores para poder reutilizar también los recipientes que no son amarillos. 
Por lo demás, mi total apoyo al control de las bolsas donde nos meten la bandeja con los dos sobres de jamón cortado, cuyas lonchas, del espesor de dos átomos, están separada por sendas láminas de plástico considerablemente más gruesas. Compré una espátula láser para poder despegarlas y no sirvió de nada. Ahora, utilizo un pincel para extenderlas en el bocadillo. Y funciona.

Josetxu Rodríguez
@caducahoy

viernes, 25 de mayo de 2018

Desprotección de datos

Bragas en la cabeza



TENGO el correo, el teléfono y el buzón de casa colapsados con mensajes horripilantes por la entrada en vigor de la Ley Orgánica de Protección de Datos de Carácter Personal, que es como un Apocalipsis para todos aquellos que tenemos alma de bibliotecario.

Si he entendido bien lo poco que se entiende de la parte que no es ininteligible, almacenar datos de personas sin su consentimiento expreso puede llevarte a la cárcel un buen puñado de años y ser penalizado con una multa de hasta 20 millones de euros. Que podría pagarla, si es el caso, pero no es esa la cuestión. Por eso, he empezado a tomar las primera medidas para cumplir al pie de la letra una directiva que protege algo que todos nos empeñamos en difundir a los cuatro vientos por las redes sociales y con fotos geolocalizadas y etiquetadas cuidadosamente: @Enara, #borracha, con las #bragasenlacabeza. Y al lado, el emoticono de la sevillana, por poner un ejemplo. Somos así.

Pero, a partir de mañana, mucho cuidado, podrás ir por la calle con la bragueta abierta, pero no con la lista de tus clientes al aire. Tengo dudas de si esta directiva de 88 folios afecta solo a los documentos digitales o también atañe a otras bases de datos como, por ejemplo, los álbumes fotográficos de bodas y bautizos, donde aparece tanta gente a la que no conocemos. Sería la oportunidad de destruirlos para siempre y hacer un poco de sitio en casa, que siempre viene bien. Lo preguntaré.

Josetxu Rodríguez
@caducahoy

lunes, 21 de mayo de 2018

¿BILBAO caro? ¿Quién ha dicho, pues?


¿BILBAO caro? ¿Quién ha dicho, pues? Imagino que algún sinsorgo, porque yo no tenía noticia. Además, ¿quién se fija en eso? Cuando los bilbainos salimos al extranjero internacional no ponemos pegas. Echamos mano a la cartera sin rechistar y pagamos nuestra ronda y la de todo el bar. ¿Qué vas a hacer si no? ¿Quedar como un rácano? Anda, no me jodas. Aunque en algún momento tendrán que corresponder los visitantes ¿no? Dicen que les pedían 800 euros por una habitación. ¿Y eso es un sablazo? Yo apoquiné por dos habitaciones con un minibaño y nanococina 300.000 euros en Txurdinaga. Y eso que casi nunca voy a dormir, porque tras la poteada habitual no recuerdo la dirección. 
Bilbao es un país planetario donde, quieras o no, todos nacemos ricos de solemnidad. Aquí vas a comprar un rape y te piden que pagues con bitcoins. Y eso, a uno del botxo, le llena de orgullo. Como cuando me cruzo con los munipas en sus flamantes Mercedes. Ostia, que dan ganas de bailarles un aurresku. Lo mismo digo de la Diputación Foral, que quiere culturizarnos y, en lugar de poner un anuncio en la tele como en otros sitios, ¡te envía a casa la entrada del Guggenheim con el billete de ida y vuelta del autobús pagado! ¡Con dos ovarios! Esta idiosincrasia, amigos turistas, hay que abonarla a escote. Que ustedes vienen y se van tan contentos, pero nosotros nos quedamos. Solo de pensarlo, se me caen las lágrimas de satisfacción.

Josetxu Rodríguez    @caducahoy

lunes, 14 de mayo de 2018

El cartero de cabecera

Cartero de correos

MI cartero de cabecera se jubila y me deja huérfano en el proceloso mundo de la paquetería, porque el género epistolar hace mucho que desapareció y ya no te escriben cartas ni los del Círculo de Lectores, que ya es decir. Le conozco desde hace tantos años que no recuerdo cuántos. Hemos crecido juntos, perdido el pelo al unísono y presumimos de una tupida barba que se tiñe de blanco a pasos agigantados. Le he dicho que me hace una faena, que lo piense mejor y que lo aplace un par de años. ¡Y el tío se lo ha pensado por un momento! 
Con su Vespa amarilla subiendo la empinada cuesta con la bolsa de cuero en bandolera daría para un cuadro costumbrista. Pero no hay pintor que quiera inmortalizarlo. Quedan pocos mensajeros así. Esos que te advierten cuando un sobre tiene pinta sospechosa, multa a la vista, o te firma él mismo un certificado si no estás en casa porque la cosa es de trámite. Además de realizar su función, pasa revista al vecindario por si hay bajas, ventanas rotas o algún viudo o viuda necesita cinco minutos de conversación. Pero tanto valor añadido para el usuario, no es eficiente para la empresa. Le sustituirá un joven motorizado y monitorizado, con un salario minúsculo y una ruta mayúscula, que durante diez horas irá tirando paquetes al portal sin bajarse de la bici o la furgoneta, mientras sueña que algún día se convertirá en piloto de Fórmula 1 o ganará el Tour de Francia. Aunque eso ya es otra historia.

Josetxu Rodríguez
@caducahoy

viernes, 4 de mayo de 2018

Pote o plomo

Portada de la revista El Jueves

POCAS cosas hay tan destructivas para un ecosistema como un concejal de Turismo ocioso. El último que lo ha demostrado es Pascual Díaz Hernández, que ocupa ese cargo en el pueblo almeriense de Carboneras y que consideró una buena idea pedirle varios vídeos a John Jairo Velásquez, alias Popeye, para promocionar, sus playas, sus fiestas y su marisco. ¿Y qué problema hay?, se preguntarán ustedes. Pues, que ese señor es uno de los sicarios más sanguinarios del cártel de Medellín, general de la mafia de Pablo Escobar y asesino confeso de 300 personas, por lo que ha estado 23 años en prisión.
La metedura de pata ha sido antológica, pero, como no hay mal que por bien no venga, el edil se ha defendido con el argumento de que, en solo tres días, 186.000 personas se han enterado “de las bondades de la gamba roja local”. La estrategia para promocionar este enclave es bastante peculiar y dio comienzo en 2003, cuando permitieron construir el hotel Algarrobico, con 400 habitaciones y 21 pisos rodeando una montaña pegada al mar junto a al parque natural del Cabo de Gata. El éxito de esta iniciativa también fue rotundo, ya que, sin gastar un duro, el nombre de Carboneras y su hotel pirámide llevan quince años llenando páginas de periódicos y alimentando programas. Como todo lo malo se pega, me pregunto si veremos algún día a un exmilitante de ETA sugiriendo en televisión: “Visita Euskadi, ¡joder! Por la cuenta que te tiene. Recuerda, pote o plomo”.

Josetxu Rodríguez
@caducahoy

viernes, 27 de abril de 2018

Jubilaciones y listas de espera

Jubilaciones y listas de espera
L’Hospice residencia de ancianos para superhéroes. Creados por el artista francés Gilles Barbier.

VISTO de lo que son capaces algunos para plantar una sombrilla en primera línea de la playa de Plen-tzia, no quiero ni pensar con qué afán lucharán por conseguir la cama de un quirófano para una operación de cadera. Por eso, ahora que veo la jubilación en lontananza, estoy pidiendo citas en todo tipo de especialistas para que vaya corriendo la lista de espera y tener el tratamiento asegurado cuando me llegue el achaque. Y si no me llega, ya la revenderé en el mercado negro o la cambiaré por algo en Wallapop. No es tarea fácil, porque los facultativos se niegan a prescribir a diez o doce años vista. Ya ve usted qué prurito profesional más incomprensible. Como si lo pagaran ellos, oiga. 
En mi caso, aproveché un día que estaba pasando consulta el suplente del auxiliar del interino de mi médico de cabecera, que estaba de baja por estrés postraumático tras una avalancha de pacientes en busca de sintrón. Al sustituto le tuve que dejar beodo con una anestesia para gatos que le robé al veterinario. Solo así conseguí que me firmara veinte volantes para otros tantos especialistas. Algo variado, porque hay órganos que no sabía ni que existían y que deben aparecer en el cuerpo en la tercera edad: como la próstata, la vejiga y otros de difícil nombre. Todos ellos instalados con la obsolescencia programada, por supuesto. Malditas corporaciones, son capaces de todo para cobrarnos un riñón.
Josetxu Rodríguez
@caduchaoy

martes, 24 de abril de 2018

Cervezas y peluquerías

Peinados raros

AÑORO aquel tiempo en el que la vida era sencilla como un puzle de dos piezas. Tanto es así que entrabas a un bar, pedías una cerveza y solo te preguntaban si fría o del tiempo. ¡Qué gozada, oiga! La última vez que quise tomar una, el camarero me hizo un examen sobre lúpulos, cebadas y levaduras que debí suspender, porque se negó a servirme por ignorante. Ahora llevo una lata en la mochila porque me niego a cursar un máster para quitar la sed. 
No es el único caso en el que la variedad de opciones se ha disparado hasta el infinito. Ocurre lo mismo con el corte de pelo. Yo me sentaba en el sillón y hablaba del tiempo con el peluquero. Él sabía lo que tenía que hacer. Como los cirujanos. ¿O le preguntan al enfermo en el quirófano cómo quieren que le operen? Claro está que los hombres solo teníamos cuatro cortes posibles: raya a la izquierda, a la derecha, pelopincho o rapado. Y cuatro tintes naturales: morenos, rubios, pelirrojos y canosos. Eso se acabó.
 Bueno, en realidad no, porque, ante la incapacidad de decidirse, ahora puedes tenerlo todo a la vez y llevar una coleta pelirroja detrás de la oreja, la nuca rapada, un mechón blanco en todo lo alto y media melena morena con el flequillo rubio. Esa es la razón por la que mucha gente va espantando pájaros por la calle y por la que las clínicas de reposo están abarrotadas de peluqueros. Así nos luce el pelo.
Josetxu Rodríguez 
@caducahoy